Inicialmente encontramos a doña Francisca. Esta muchacha representa de forma generalizada a la juventud de la época. Es una persona amable, generosa, simpática y con unos modales ejemplares; sin embargo, su clara inmadurez delata su edad. Este personaje está pensado de manera que engloba todas las características, tanto psicológicas como físicas, que deben de residir en una persona joven. Las muchachas debían ser cautas y fieles a sus madres, ya que estas buscan un futuro mejor para ellas.
En segundo lugar, tenemos al ejemplo de mujer controladora, madre de una joven, doña Irene. Este personaje es de vital importancia, ella es la mujer que obliga a realizar el casamiento impactante del argumento. Esto es, sin ella, la obra no mantendría su sentido, puesto que doña Francisca abandonaría a don Diego desde un primer momento: nada lo ataría a él. Así, esta mujer tiene como función mostrar la dureza en cuanto a los temas que tienen que ver con su hija. Es más, aunque en un primer momento se piensa que todos sus actos son realizados con la intención de lograr la felicidad de su hija, una vez que la obra avanza, nos damos cuenta de que solo busca su desarrollo personal y económico gracias al hipotético amparo de Diego. Esto constata una crítica a la obsesión por las riquezas
Por último, tenemos al personaje esencial en la obra, don Diego. Este sabio dueño de una posada lleva consigo las lecciones morales y más coherentes que aparecen en el relato. Él utiliza su brillante sensatez para cumplir todos sus planes, muestra una mente repleta de conocimientos y es perfectamente consciente de la situación del país de aquellos tiempos. Es más, resulta apasionante y misterioso que en una obra en la que se critica a la sociedad aparezca un protagonista que es conocedor de la situación. Se le podría considerar un elemento irónico, aunque sensato e inteligente.
En conclusión, estamos ante una obra que pudo ser revolucionaria para el fresco de la época. Una parte de la cultura de su tiempo es constituida por una obra que critica a este tiempo, a esta sociedad. Hemos visto la manera de constituir cada uno de los personajes de la obra; por tanto, podemos confirmar y resaltar que contiene todos los elementos necesarios para defenderse y tener argumentos ante su sociedad. Se puede concluir con que, a pesar de que el Barroco fue un paso atrás en nuestro proceso de desarrollo y socialización, estos artistas como Leandro Fernández de Moratín inspiraron a las generaciones venideras para reivindicar sus derechos para así lograr un mayor avance cultural